En el reciente enfrentamiento entre Alianza Lima y Once Caldas, Adrián Arregui se destacó como uno de los mejores, a pesar de no convertir aquel espectacular intento de tijera que mantuvo en vilo a todos los presentes. Su desempeño dejó contenta a la hinchada blanquiazul, que ve en él un revulsivo pulmón, un jugador que no solo juega con habilidad técnica, sino que imprime actitud y pasión en cada movimiento.
Con menos de 1.75 metros de estatura, Arregui no se queda atrás en la cancha. Su mirada expresiva y rostro colorado revelan su entrega total al juego. Pone la pierna fuerte, va a todas las divididas con determinación y añade corazón a cada jugada. Más que un volante defensivo, Arregui es un líder en el mediocampo de Alianza Lima, un ancla sobre el cual se sostiene la propuesta de juego.
El argentino no solo vive el fútbol como un profesional, sino que también contagia y transmite su pasión a sus compañeros. Es un “5” posmoderno, combinando la fuerza de Pablo Míguez y Luis Aguiar, pero elevado a la potencia. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que Alianza Lima contó con un jugador de estas características? Arregui se erige como el pulmón del equipo, construyendo y destruyendo desde la zona central del campo.
Desde su llegada a La Victoria, Arregui se ha convertido en el líder del mediocampo que Alianza Lima necesitaba. Su actitud, rebeldía y pasión son un plus para un equipo que aspira a ser revulsivo. En un periodo corto, ha demostrado ser una figura destacada, y su estilo de juego sugiere que puede ser el fichaje del año en la Liga 1. Alianza Lima ilusiona a su hinchada, y con Arregui como referente, la expectativa de alcanzar el título se eleva tanto como la pasión que el argentino despliega en cada encuentro.