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La selección peruana de voley consiguió la medalla de plata en los Juegos Olímpicos Seúl 88 tras caer ante la Unión Soviética.
Con motivo de los Juegos Olímpicos de París 2024, recordamos la histórica hazaña de la selección peruana de vóley en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, una jornada que aún emociona a millones de peruanos.
Hace casi 36 años, el equipo peruano de vóley femenino alcanzó una de las mayores gestas deportivas del país, logrando la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Aquel 29 de julio, millones de personas en Perú vibraron con cada punto disputado por nuestras jugadoras, quienes, bajo la dirección del mítico entrenador Man Bok Park, dejaron una huella imborrable en la historia del deporte nacional.
La selección peruana sorprendió a todos desde el inicio de la competencia, destacando por su formidable defensa y bloqueo. En su debut, superaron a Brasil con un contundente 3-0 (15-11, 15-11 y 15-3), estableciendo así su dominio en el torneo. Posteriormente, dieron el golpe al vencer a China, campeonas mundiales y olímpicas, en un reñido 3-2, y continuaron su racha victoriosa al derrotar a Estados Unidos, también por 3-2, tras remontar dos sets en contra.
Ya en la final, Perú se enfrentó a la poderosa Unión Soviética. La hinchada peruana, pese a la diferencia horaria con Corea del Sur, siguió fervorosamente el partido, vibrando con cada punto. Perú comenzó fuerte, llevándose los dos primeros sets y acercándose al oro. Sin embargo, las soviéticas reaccionaron, igualando el marcador y llevándose el quinto set en un emocionante 15-15, dejando a Perú con una meritoria medalla de plata.
El equipo peruano, liderado por figuras como Cecilia Tait, Natalia Málaga, Gabriela Pérez del Solar, y Gina Torrealba, entre otras, se destacó no solo por su talento sino por su espíritu de equipo. Tait, conocida como la ‘Zurda de oro‘, fue premiada como la mejor jugadora del torneo y recibió el galardón “Mujer y Deporte” del Comité Olímpico Internacional en 2003. En 2005, ingresó al Salón de la Fama del Voleibol de Estados Unidos, siendo la primera sudamericana en lograrlo.
Natalia Málaga, por su parte, destacó la diversidad y cohesión del grupo: “El hecho de congeniar entre todas, en distintos grupos, distintas personalidades, distintas clases sociales, distintas mentalidades y entre nosotras íbamos aprendiendo cada una de nosotras, cosas”, señaló.
Gabriela Pérez del Solar, pieza clave en el ataque y bloqueo peruano, recordó con emoción aquella experiencia: “Es el sueño de todo deportista llegar a unas olimpiadas, pero sí, los años pasan, pero el recuerdo y el dolor quedan hasta el día de hoy”. Al regresar a Perú, el equipo fue recibido como campeones en el Estadio Nacional, donde recibieron los laureles deportivos en medio de una multitud emocionada.
En la final contra la Unión Soviética, la selección peruana demostró su capacidad y determinación. Los dos primeros sets ganados por Perú hicieron soñar a todos con el oro. Sin embargo, las soviéticas, conocidas por su resistencia y habilidad, no se dieron por vencidas y remontaron en los siguientes dos sets. En el set decisivo, el enfrentamiento fue punto a punto, reflejando la tensión y el alto nivel de juego de ambos equipos. Finalmente, la Unión Soviética se llevó la victoria, dejando a Perú con una honrosa medalla de plata que aún hoy se recuerda con orgullo.
El éxito de la selección peruana no hubiera sido posible sin el liderazgo de Man Bok Park. Este entrenador coreano, con su disciplina y visión, transformó al equipo peruano en una potencia mundial del vóley. Park no solo entrenó a las jugadoras en habilidades técnicas, sino que también inculcó valores de perseverancia y trabajo en equipo. Su influencia en el vóley peruano es incuestionable, y su legado perdura en cada jugadora que pasó por sus manos.
El equipo nacional estuvo conformado por Denisse Fajardo, Alejandra de la Guerra, Rosa García, Natalia Málaga, Cecilia Tait, Gina Torrealva, Katherine Horny, Cenaida Uribe, Sonia Heredia, Gabriela Pérez del Solar, Luisa Cervera y Miriam Gallardo. Bajo la dirección de Man Bok Park, y con el apoyo del asistente Carlos Aparicio y el doctor Carlos Tay, estas deportistas lograron un hito que sigue siendo motivo de orgullo y nostalgia.
Tras su regreso a Perú, las jugadoras fueron recibidas con gran entusiasmo y alegría por una multitud en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez y en el Estadio Nacional. El país entero se volcó a las calles para celebrar el logro de estas mujeres valientes que llevaron el nombre del Perú a lo más alto del deporte mundial. El cariño y la admiración del pueblo peruano hacia estas deportistas son testimonio de su impacto duradero en la sociedad.
La medalla de plata en Seúl 1988 no solo fue un logro deportivo, sino también un hito cultural y social para el Perú. Inspiró a generaciones de jóvenes deportistas a seguir sus sueños y a ver el vóley como una oportunidad para alcanzar grandes metas. Las jugadoras de ese equipo han continuado contribuyendo al deporte, algunas como entrenadoras, otras en roles administrativos, y muchas como referentes de esfuerzo y dedicación.
A 36 años de aquella hazaña, la medalla de plata de Seúl 1988 sigue siendo un símbolo de lo que se puede lograr con determinación, trabajo en equipo y pasión. La historia de estas mujeres y su entrenador Man Bok Park continúa inspirando a nuevos talentos en el vóley y otros deportes en el Perú. Mientras nos preparamos para los Juegos Olímpicos de París 2024, recordamos con orgullo y emoción este capítulo dorado del deporte peruano.