El mundo del fútbol ha sido testigo de un acontecimiento sorprendente y fascinante: Romario, el legendario delantero de la selección brasileña y el FC Barcelona, ha decidido regresar a las canchas a sus 58 años. Su retorno tuvo lugar el sábado pasado, con el América de Río de Janeiro, equipo del cual es presidente, en un partido contra Petrópolis, en el inicio de la Segunda División del Campeonato Carioca. Con su carácter carismático y la misma franqueza que lo caracterizó durante su carrera, el ‘Chapulín‘ aseguró que en la actualidad sería aún más prolífico, afirmando sin titubeos que marcaría “más de 2.000 goles porque los jugadores son muy burros”.
El sábado pasado, Romario volvió a sentir la adrenalina del fútbol profesional, aunque solo desde el banquillo. Esta vez, su motivación va más allá del balón; busca cumplir el sueño de compartir vestuario con su hijo. A pesar de no haber jugado en el partido contra Petrópolis, su presencia en el campo fue un evento en sí mismo.
“Siempre fui muy directo y tuve un momento en que fui el mejor del mundo y el mejor en los lugares por los que pasé. Siempre fui el responsable por la victoria y el responsable por la derrota”, afirmó Romario, ahora con cabello canoso pero manteniéndose en forma.
Romario no se guardó sus opiniones sobre el fútbol actual. Desde su perspectiva, la calidad técnica ha disminuido en comparación con su época. “Creo que dentro del campo mi éxito sería mayor porque hoy los tipos son muy burros. Corren demasiado. En mi época el fútbol también era físico, siempre fue así, pero los jugadores eran mucho más técnicos y mucho más inteligentes”, valoró.
Recordando su preparación para el Mundial de 1994, que ganó con Brasil, Romario destacó la confianza que tenía en sí mismo y en su equipo. “Me conocía bastante y conocía a mis adversarios, y saqué la conclusión de que nosotros éramos mejores que ellos”, recordó. Ese año, Brasil se coronó campeón mundial en una emocionante final contra Italia que se resolvió en los penales.
Romario también reflexionó sobre el impacto que las redes sociales habrían tenido en su carrera si hubieran existido durante su apogeo. “Hoy no tendría condiciones de vivir de esa forma como jugador de fútbol porque esa globalización, Internet, con Instagram, Facebook, Twitter… Esas mierdas me arruinarían con seguridad”, admitió.
El retorno de Romario al fútbol, a los 58 años, es un testimonio de su amor por el deporte y su espíritu competitivo inquebrantable. Mientras se prepara para nuevos desafíos tanto dentro como fuera del campo, ‘O Baixinho’ sigue siendo una figura fascinante y polarizadora en el mundo del deporte.